jueves, 6 de septiembre de 2007

LIBROS Sabiduría de la Tortuga


Sabiduría de la Tortuga
Trechera, José Luis
Editorial: ALMUZARA EDITORIAL
Reseña:Utilizamos el símil de la tortuga para interrogarnos sobre los estilos de vida actuales. Cualquiera que observe el ritmo de nuestras ciudades verá una vorágine de sujetos corriendo desesperadamente de un lugar para otro. Muchas personas desearían que el día tuviera el doble de horas o incluso la posibilidad de no dormir, ya que supone un 'tiempo desaprovechado'. Da la sensación que no sabemos a dónde vamos, pero que avanzamos a pasos agigantados. Frente a una cultura infectada por el virus de la prisa, hay que resaltar que desenvolverese con lentitud no tiene por qué asociarse a pensar o vivir con desidida o apatía. Lo importante y fundamental es hacer buen uso de esa lentitud. Quizás lo básico no sea tan lento, sino actuar con talento. He ahí la sabiduría de la tortuga: sin prisa pero sin pausa.

Decálogo para aprendices: La calma es oro
1. Cambiar el reloj por la brújula: tener un norte claro.
2. Convertirse en el protagonista de la propia historia: poner los medios.
3. Aprender a conocerse: fortalezas y debilidades.
4. Saber priorizar: jerarquía de valores.
5. Saborear el presente: carpe diem.
6. Saber perder el tiempo: ganar calidad de vida.
7. Darle tiempo al tiempo: la creatividad necesita tiempo.
8. Saber simplificar: soltar lastre.
9. Saber ser paciente y perseverante: ser proactivo y no reactivo.
10. Saber vivir: ser positivo y tener sentido del humor.

“Los occidentales tienen el reloj, los orientales poseen el tiempo” (Proverbio Árabe)
“La gente siempre culpa a sus circunstancias por ser lo que son. Las personas que progresan en este mundo son aquellas que buscan las circunstancias que quieren y, si no son capaces de encontrarlas, las crean”
(G.B. Shaw)
La cultura de lo lento

Vicente Verdú/LA EDAD SIN MUERTE

La esperanza de vida en España se ha duplicado en un siglo: de 40 a 80 años.
Un cambio así no solo representa un aumento en los años de vida sino en la clase de vida. Muriendo a los cuarenta años puede acaso soportarse un matrimonio pero ¿cuarenta años más? El trabajo o las parejas no son para siempre porque todo dura poco en la sociedad de consumo pero, además, porque “siempre” ha aumentado exageradamente.
En cuarenta años de vida acaso solo había tiempo para una vida pero en ochenta años cabe alguna vida o algunas vidas más. No pocos jubilados o prejubilados confiesan que empiezan a vivir a su gusto cuando tienen en torno a los cincuenta o sesenta años. Nuevos amores, nuevas familias. Nuevas ocupaciones, nuevos proyectos.
Más que la edad, la vejez queda determinada por la falta de proyectos de vida. Se envejece casi a cualquier edad: justo cuando no se tiene o se ha perdido la ilusión.
La frontera de los sesenta años que hace menos de medio siglo marcaba la vejez ha ascendido hasta los ochenta y el desmoronamiento del esqueleto más el surtido de achaques correspondiente a esa edad se han trasladado, en general, a dos décadas más tarde.
No hay ilusión ni proyecto posible sin salud pero en las encuestas un 90% de las gentes entre 60 y 85 años declaran sentirse bien. Cada vez se sentirán probablemente mejor gracias a la asunción de mejores hábitos de vida y a la ayuda de la medicina.
Con cada año que se cumple actualmente se ganan casi tres meses de aumento en la esperanza de vida, sobre todo para las mujeres. Un 5% de las mujeres que actualmente tengan entre cuarenta y cuarenta y cinco años llegará a los 100.
¿Cómo no pronosticar que su vida se compondrá de diferentes episodios de vida? ¿Cómo no deducir que el conocimiento del mundo y de uno mismo, las relaciones con los demás y hasta con la muerte se alteran sustantivamente si se es o no centenario?

Armario de MANUEL VICENT

LUNES 26/3/2007
Por fin llegó el día en que, al abrir un armario, le cayó el cadáver encima.
Al parecer no se trataba de un fiambre humano, como en las novelas de misterio, sino de un montón de objetos olvidados que, de pronto, se derrumbaron y estuvieron a punto de aplastarle. Así comenzó para este hombre la revelación.
En ese momento se dio cuenta de que vivía rodeado de cosas inútiles que no le interesaban absolutamente nada. Tenía montones de libros apilados en las sillas que nunca leería; cajas llenas de revistas, catálogos y recortes de periódicos bajo las camas, trajes apolillados en los arcones, que ya no se podía abrochar; zapatos viejos en las cajoneras, docenas de envases de medicinas caducadas; sobres de bancos, facturas, cartas y recibos; aparatos ortopédicos de algún antepasado muerto, la bicicleta estática que no usaba, trastos y cacharros por todas partes, antiguos regalos de boda y recuerdos de viajes. La sensación de estar rodeado de elementos estúpidos que coartaban su espacio y amenazan con ahogarle se convirtió en una psicosis angustiosa al transferirla igualmente a personas, ideas y fantasmas, que penetraban diariamente en su vida por todas las ventanas con la intención de estrangularle.
Aquel día decidió hacer limpieza.
Convencido de que nada hay más profundo que el vacío ni más bello que una pared blanca comenzó a regalar muebles, a vaciar armarios, a meter los cachivaches más insospechados en bolsas de basura y a tirarlo todo en el contenedor de la esquina. Fue un trabajo heroico que duró varias jornadas, en las que no se permitió ninguna duda, ninguna nostalgia. En la casa sólo quedaron una cama, una mesa, cuatro sillas, muy pocos libros, unos cubiertos y algunos platos, una botella de whisky, jabón y cepillo de dientes, sales de baño, cinco cuadros muy escogidos y el equipo de música, que ahora hacía sonar un concierto de Mozart para clarinete y orquesta cuyas notas reverberan con una nitidez extraordinaria por primera vez en un espacio desnudo. Al experimentar en su interior la poderosa carga que liberaba el vacío, mientras sonaba Mozart, se juró llevar esa ardua conquista también a su vida.
En adelante ningún odio ni resentimiento ensuciarían su cerebro, no dejaría que ningún idiota le robara un segundo de su tiempo, ninguna comida basura entraría en su cuerpo como tampoco ninguna noticia estúpida alimentaría su espíritu.
Era consciente de que sólo así, al abrir el armario, no le volvería a caer su propio cadáver encima.

LIBROS/ EL CLUB DE LOS 50: BIENVENIDOS A LA JUVENTUD DE LA EDAD ADULTA


EL CLUB DE LOS 50: BIENVENIDOS A LA JUVENTUD DE LA EDAD ADULTA
de CAROL, MARIUS
LA ESFERA DE LOS LIBROS, S.L.
160 pgs
RESUMEN:
«Este libro no pretende ser un manual, sino una mirada a una de las edades del ser humano, la cincuentena, que en las puertas del siglo XXI agrupa a un gran colectivo con ganas de vivir intensamente lo que queda por delante. El mundo está lleno de jóvenes que sin saberlo son ancianos y de ancianos con más vitalidad que muchos jóvenes. Los cincuentones estamos en un terreno de nadie, así que nuestra actitud determinará si nos perciben mayores o menores de lo que somos. Será por eso que Wilde calificó esta etapa como ?la juventud de la edad madura?. Hombres y mujeres viven su plenitud intelectual en la cincuentena, y la nutrición, el ejercicio y la ciencia están consiguiendo que sigan siendo personas atractivas. Las mujeres españolas que ahora tienen cincuenta años son la primera generación que ha disfrutado de un cierto respeto y consideración de igualdad, pero también es cierto que los hombres españoles que han alcanzado el medio siglo pertenecen a una generación que ha sabido ver en la mujer a una compañera, renunciando a determinados privilegios enraizados en la tradición de usos y costumbres.»